viernes, 16 de abril de 2010

Crónica a vuela pluma de la Semana Santa de Málaga 2010 (Jueves Santo)

Jueves. El día-espectáculo de la Semana Santa. Noche de multitudes, achuchones y ver las procesiones donde uno pueda. Nunca ha sido mi día preferido de la Semana Santa y sin embargo, el resto de la Semana se me pasó tan rapida y me supo tan rara, que este año ha sido el día que más disfruté.
Entre tanto jolgorio folclórico Santa Cruz sigue pareciendo una china en el zapato. Es como si estuviera en una dimensión paralela. Hacen una procesión seria, dignísima y con un hermoso recorrido pero ¿no están fuera de lugar este día? (también podríamos debatir si la "culpa" es de la austeridad de ellos, o de los excesos de los demás).
Viñeros siempre ha sido una de mis cofradías preferidas del día. Solera, tradición, seriedad... El trono del Nazareno es realmente el último ejemplo de carrete que queda en Málaga y deberíamos guardarlo como oro en paño (vergonzos el accidente que sufrió). A ver si concluyen su resturación y volvemos a disfrutar de su auténtica estampa malagueña. ¿Soy el único que ve perderse a la Soledad en mitad de un trono sin palio ni manto largo?
La Cena, desde que cambió de día, de sede y aligeró los tronos, plantea un recorrido para lucirse y recrearse. Suena a viejo, pero dentro de pocos años podremos decir a los jóvenes "pues yo he visto llegar los dos tronos a rastras hasta la RENFE". A pesar de buscar admiradores con sus "nuevas aportaciones" en la forma de llevar los tronos, el público del Jueves está demasiado impaciente por la legión. En Carreterías un año más, nazarenos, hombres de trono e ¡incluso imágenes! (alguien lanzó una lata a la Virgen de la Paz con el lógico razonamiento de que" cuanto antes pase la Cena, antes llegará la legión") sufrieron el comportamiento impresentable de un público que, nos pongamos como nos pongamos NO TIENE NADA DE COFRADE.
La Buena Muerte y la Soledad tienen dos de los tronos y titulares más hermosos de la Semana Santa. Algo que no parece apreciar más de la mitad (y me quedo corto) del público del Jueves Santo. Mena es la legión y la legión Mena para mucha gente y, por desgracia, para parte de la Congregación. No me opongo a la presencia de la legión acompañando a sus imágenes, pero dentro de un repeto y decoro (¿a qué viene ese exhibicionismo marcial propio del día de las fuerzas armadas?). Yo creo que los protagonistas de la Semana Santa son los titulares y, en segundo lugar, los tronos (porque son altar de su grandeza). A lo mejor me equivoco y cosas como las de la Cena en Carreterías son un pequeño precio a pagar para poder disfrutar de la legión.
Misericordia y Gran Poder siempre reuniendo en sus filas nazarenos y hombres de trono de ese Perchel que continúa existiendo en la diáspora. Ese Perchel que, a pesar de su destrucción como espacio físico, continúa pasando de padres a hijos como espacio en la memoria. Es raro ver estos tronos mal llevados. Una única petición ¿cuándo dejarán de alumbrar al trono del Chiquito con luz artificial?
Zamarrilla es un caso que demuestra que tener medios es una cosa y otra bien distinta es tener gusto. El trono de los Milagros es un despilfarro que recuerda a la mezcla resultante de un antiguo coche fúnebre de caballos y un paragüero. La Amargura usa y abusa de su color rojo identificativo hasta el empacho. ¿Tendrán el mismo criterio el día que puedan sacar a la calle el Santo Suplicio?
Aun a riesgo de sonar injusto el que esto escribe debe reconocer que es esperancista hasta la médula. No se ha vivido el Jueves Santo si no se ve a la Señora de la noche pasando sobre el romero. El trono del Nazareno del Paso siempre va bien. El de la Virgen también. Con semejante tamaño es un trono que jamás concede no sólo brindis cara a la galería, pero a veces también se echa en falta un poco de riesgo (parecen estar contados hasta los pasos).
Pero el momento de la jornada se lo llevó Veracruz: ya el crujido de las puertas de San Juan silenció a cofrades, curiosos e incluso a unos pocos "provocadores." Ver salir todo el cortejo desde la oscuridad del interior de la iglesia fue simplemente sobrecogedor (y lo dice alguien a quien nunca le ha impresionado Servitas para que os hagáis una idea). Una de esas imágenes acompañada por sensaciones que jamás se borra de la retina ni de la memoria. La saeta un sonoro patinazo. Todo hay que decirlo.


1 comentario:

  1. La verdad es que yo disfruté como un niño chico viendo la Esperanza; fue casi como si de repente la viese con ojos nuevos. Cuando la vi llegar desde lejos en la Alameda, toda llena de luz, de monumentalidad, y mecida con ese poderío que le confiere la fuerza y la entrega de sus hombres de trono, me quedé sencillamente pasmado... Lástima que, por estar esos días entre algodones, me recogí sin ver Veracruz y ese impresionante momento en su salida.

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